viernes, 15 de mayo de 2015

TIMEO


Timeo Danaos et dono ferentes.

Frase paradigmática en nuestros primeros cursos de latín (quien lo haya estudiado). +

Esta frase, o mejor dicho, la primera palabra, puedo aplicármela sin exageración. 

Timeo... temo. 

¿Por?

Ayer "la seño" se negó a que Mónica hiciera el examen por la idiotez de llegar tarde, aun habiendo sido advertida el día anterior de que corría el riesgo que ocurriese precisamente de lo que fuimos testigos.

En personas normales es poco más que una anécdota (perder un certificado de profesionalidad es una jodienda, pero nada que te vaya a acortar la vida), pero lo que me provoca este temor es el recuerdo de la mirada de esta chica.
¿De odio? No
¿De ira? No
¿De tristeza? No

De miedo y cuando Maribel consumó el tercer no, la mirada se le quedó vacua, como la de un pescado hervido... 

Miedo ¿a qué? ni idea, porque no conozco los demonios que esta mujer lleva dentro (conozco los míos y pare usted de contar). 

Pero el miedo es la peor expresión que puedes encontrar en una pupila, porque, como diría "Yoda", el miedo puede llevar a la ira, al odio... al lado oscuro del ser humano. 

Un calentón no da miedo, porque un calentón siempre da pie a una reflexión y a la posibilidad de un arrepentimiento, pero el miedo es imprevisible, no inmediatamente, sino cuando ese miedo lo transformamos en ira u odio (o las dos cosas), focalizándolo en quien consideramos culpable de, en este caso, el fracaso. "La seño" cree que irá contra ella, pero yo creo que todos tenemos nuestra cuota de riesgo... y es a escote... es lo malo de esta lotería.


Timeo Monicam et oro pro vobis.